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domingo, 30 de mayo de 2010

LA CIENCIA FICCIÓN Y LA LITERATURA LATINOAMERICANA


La ciencia ficción en español suele ser un género subestimado y tildado de poco serio e inmaduro. Un verdadero escritor, como Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, jamás escribirían ciencia ficción a menos que se quisieran hacer los graciosos. La mayoría de los escritores sólo siguen la corriente, eso es de gringos inmaduros, soñadores y que no desean crear un verdadero arte serio. Podría uno pretender argumentar en contra de ello, pero sus detractores sacarían a relucir los bodrios más recientes de la maquinaria de chicle bomba sabor fresa de Hollywood, las precuelas de Star Wars, las secuelas de The Matrix, los bodrios de Michael Bay, (The Island, Armagedón y las dos de Transformers), The War of the Worlds, de Spielberg, y la caterva de filmes maquilados sobre superhéroes. Por eso, cuando una editorial como Ediciones B publica mi novela “Último Edén” siendo que mi deber es realizar una apología al respecto.
No sé porque debemos aceptar todo lo comercial sólo cuando viene del norte, por ejemplo, los best sellers, porque no escribir los nuestros y no fumarnos churros como los de Dan Brown y su Código DaVinci, o si es ciencia ficción sólo leer a los grandes autores extranjeros, en especial, los anglosajones como Philip K. Dick, William Gibson o Isaac Asimov. O si es fantasía a la zaga Harry Potter o El Señor de los Anillos, o si son vampiros leer desde Ane Rice o peor aún, a Stephanie y Mayer y su bodrio de Twilight o Crepúsculo. Pero hacerlo como autor latinoamericano, en especial, no iberoamericano, sino latinoamericano, cometer el pecado de escribir algo así es un pecado gravísimo.
La cosa es, si eres latinoamericano, despreciar todo lo del norte, sobre todo sus gustos. Por eso nos eternizamos con dos cosas en la novelística latinoamericano: pasado e historia.
El presente es bueno, pero no tanto como hacer una reconstrucción minuciosa del pasado y criticarlo. Uno de los géneros predilectos de los escasos lectores de novelas es el histórico, es decir, señoras cincuentonas que pretenden hacerse intelectuales y profesionistas que cruzaron la mitad de la vida y desean saber más de su historia. Por eso una novela intimista sobre la subjetividad del autor es bueno y elogiado por la crítica, pero malo para las ventas pues el grupo target es bastante reducido, es decir: sólo son escritores y críticos literarios.
Escribir una novela es lo mismo que escribir un blog: sólo te leen escritores de novelas como a los blogs sólo los leen los escritores de blogs. Quiero que me lean, pero pasar del mes en la mesa de novedades en Sanborns y en las principales cadenas de librerías.
Así que, al parecer, cometí un riesgo enorme al escribir como opera prima una novela de ciencia ficción. Y la editorial que me publicó también lo hizo. Y se preguntarán por qué lo hice.
Esta es la razón. ¿Cuándo se habla del futuro en la literatura latinoamericana? Respuesta: casi nunca. El final de Cien Años de Soledad es un buen ejemplo. Todo es una reconstrucción de la historia de Colombia, pero el futuro, cuando la novela da el primer paso hacia el futuro, el mundo se acaba, hay un huracán, una tormenta, un temblor, y el mundo de Macondo del cual nos enamoramos es destruido y tragado furiosamente por la nada. Eso es el futuro para el latinoamericano promedio: la nada. Yo me adentro en la nada y les digo qué es lo que vi y es algo más que nada. Hay homicidio, exterminio, software neuronal, sistemas operativos de implantes neuronales que son controlados por empresas monopolios llamadas Neurosoftware, gente que lucha desesperadamente por los pocos empleos que hay, un futuro donde ser desempleado es caer al estrato más bajo de la sociedad y convertirse en subhumanos sin derechos humanos, y hay tantos de ellos que el Estado –o lo que resta de este—debe exterminarlos para evitar el estallido social que lo derrocaría. Hay hambre, hay desempleo masivo, hay desesperanza, y el protagonista, un ataraxy, lo único que le importa es que no consiguió el empleo de sus sueños.
Continuará.
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